Antes de que terminara el proceso electoral estatal donde se eligieron gobernador, presidentes municipales y diputados, diversos problemas surgieron en Oaxaca, hubo cierta preocupación porque algunos de ellos eran por tierras y se sabe que la mayoría de estos conflictos crecen y hay derramamiento de sangre. El primer conflicto importante, trascendental, después del proceso electoral ha sido precisamente uno por disputa de tierras, protagonizado por San Juan Mixtepec y Santo Domingo Yosoñama.
Ya no sólo hay personas privadas de su libertad, secuestradas, sino que los muertos por enfrentamientos entre las partes en conflicto son un hecho. La cronología de este conflicto demuestra que ya han pasado más de 60 años sin que las autoridades hayan podido resolver el conflicto por las tierras, sino que en esta última década se ha intensificado de manera jurídica y física. En el sentido jurídico, San Juan Mixtepec ha ganado la sentencia que le otorgan las tierras en disputa, pero Yosoñama no ha cedido y acusa que no ha sido justo el veredicto.
Lo jurídico ha sido rebasado por lo fáctico, pues San Juan Mixtepec mantiene secuestrados desde el 30 de mayo a habitantes de Yosoñama, lo que provocó que la violencia se incrementara de manera importante hasta devenir en violencia física por medio de armas de fuego.
Lo lamentable del conflicto es que las dos partes en un inicio se cerraron al diálogo y ahora insisten en querer dialogar, pero al existir muertos los canales de comunicación se vuelven más frágiles. El gobierno del estado no pudo resolver el conflicto de tierras ni liberar a los secuestrados, ahora, las muertes que se han suscitado en enfrentamientos son un motivo más para dialogar, pero también para que el odio crezca entre poblaciones. Nada está resuelto y sí todo agravado.
Las autoridades de los pueblos en conflicto consideran que es necesaria la intervención del Ejército Mexicano y del Gobierno Federal para resolver las disputas, pero la cuestión es saber si después de que se logren los acuerdos la parte que no se siente beneficiada respetará tales acuerdos que emanen de las mesas o buscará un pretexto para romper el diálogo y volver a tomar las armas.
Ningún conflicto agrario se ha podido resolver en un periodo corto de tiempo y comúnmente los pueblos terminan recibiendo dinero de las autoridades para que todo se resuelva, es obvio que antes ya hubo sangre y las autoridades internacionales han dado una vista a lo que sucede.
En el fondo del conflicto subsiste una práctica conocida en México y es el hecho de desconfiar de las leyes por considerar que se han manipulado. Por supuesto, también convive la práctica de no respetar la ley y tratar de seguir resolviendo los problemas por la “ley del más fuerte”. Yosoñama y Mixtepec no han mostrado civilidad ni respeto a las leyes.
Ya no sólo hay personas privadas de su libertad, secuestradas, sino que los muertos por enfrentamientos entre las partes en conflicto son un hecho. La cronología de este conflicto demuestra que ya han pasado más de 60 años sin que las autoridades hayan podido resolver el conflicto por las tierras, sino que en esta última década se ha intensificado de manera jurídica y física. En el sentido jurídico, San Juan Mixtepec ha ganado la sentencia que le otorgan las tierras en disputa, pero Yosoñama no ha cedido y acusa que no ha sido justo el veredicto.
Lo jurídico ha sido rebasado por lo fáctico, pues San Juan Mixtepec mantiene secuestrados desde el 30 de mayo a habitantes de Yosoñama, lo que provocó que la violencia se incrementara de manera importante hasta devenir en violencia física por medio de armas de fuego.
Lo lamentable del conflicto es que las dos partes en un inicio se cerraron al diálogo y ahora insisten en querer dialogar, pero al existir muertos los canales de comunicación se vuelven más frágiles. El gobierno del estado no pudo resolver el conflicto de tierras ni liberar a los secuestrados, ahora, las muertes que se han suscitado en enfrentamientos son un motivo más para dialogar, pero también para que el odio crezca entre poblaciones. Nada está resuelto y sí todo agravado.
Las autoridades de los pueblos en conflicto consideran que es necesaria la intervención del Ejército Mexicano y del Gobierno Federal para resolver las disputas, pero la cuestión es saber si después de que se logren los acuerdos la parte que no se siente beneficiada respetará tales acuerdos que emanen de las mesas o buscará un pretexto para romper el diálogo y volver a tomar las armas.
Ningún conflicto agrario se ha podido resolver en un periodo corto de tiempo y comúnmente los pueblos terminan recibiendo dinero de las autoridades para que todo se resuelva, es obvio que antes ya hubo sangre y las autoridades internacionales han dado una vista a lo que sucede.
En el fondo del conflicto subsiste una práctica conocida en México y es el hecho de desconfiar de las leyes por considerar que se han manipulado. Por supuesto, también convive la práctica de no respetar la ley y tratar de seguir resolviendo los problemas por la “ley del más fuerte”. Yosoñama y Mixtepec no han mostrado civilidad ni respeto a las leyes.
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